Iba paseando en bici, era un día de verano,
de esos en los que se derretían hasta las sombras,
cuando,
de repente empezó a llover.
Comenzó a sentir las gotas de agua en su piel,
pedaleo más despacio para no resbalar y caer,
y sintió como una brisa que acompañaba a la lluvia
refrescaba su cuerpo.
Sin pensar un instante soltó la bicicleta,
y corrió bajo la lluvia sin rumbo fijo.
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