En un momento todo se desvanece, como el polvo entre los
dedos; se deshace, como la nieve con los rayos del sol. Los nudos se rompen,
incluso aquellos que parecían irrompibles, incluso aquellos que se prometieron irrompibles.
Pero no
me culpo, no me culpo porque lo intenté, porque a pesar de todo seguí creyendo,
la fe que tenía en nosotros era mayor que cualquier contrariedad, sabía que no
estaríamos juntos pero a pesar de ello confié en ti, en mí, en nosotros, confié
en que los sentimientos que, a pesar de la distancia, sabíamos que eran mutuos
no desaparecieran.
Y qué
tonta fui al creer en tus palabras, al emocionarme con tu mirada, al turbarme
cuando tu mano cogía la mía, al buscar tus labios, al fundirme contigo… al
sentir que era único, nosotros, todo, el mundo, nada...
Y qué tonta soy al seguir
creyendo que lo nuestro no ha muerto, ya no me miras, no me besas, no me
escribes ni me abrazas y, sin embargo, pienso… No, sé que me echas de menos,
que si volviéramos a vernos ahora correrías hacia mí, me abrazarías, me
besarías y terminaríamos desnudos bajo la luz de la luna llena que nos espiaba
en todos nuestros encuentros fugaces.
Probablemente esté confundida, no
será cierto, ya no pensarás en mí, has encontrado a otra y será ella quien se
emocione y tiemble al verte, correrás hacia ella para besarle y hace días que a
mí ya me habrás olvidado.
Lo que no logro entender es por
qué, por qué te costó tanto decírmelo, por qué dejaste que fuera todo tan
idílico para romperlo de golpe. Tú sabías que iba a ser un duro golpe, una
caída al vacío que nada ni nadie podría detener y temías ser tú quien cayera
pero has terminado siendo tú quien me ha tirado por el precipicio.
''Abraza, besa y ama siempre. Siempre que sea de verdad.''