Ya
es por la mañana y no recuerdo la mitad de lo que pasó anoche. Lagunas,
momentos en blanco, sólo éramos dos y él tampoco recuerda la velada entera. Era
jueves y quedamos, era especial, no nos veíamos entre semana y mucho menos
salíamos juntos de fiesta.
Él me esperaba en la barra de
un bar, con una cerveza en la mano, nos sentamos y charlamos tranquilamente. Las
horas pasaban, cambiábamos de garitos, las cervezas no cesaban. En un bar me
enseñaron cómo coger una espada, en otro descubrimos las mil y una formas de
agarrar una cuchara, en un tercero mi amigo no dejaba de encontrarse con
conocidos, vimos porno en la televisión de uno diferente.
Los minutos corrían, cambiamos
de local, cambiamos de bebida, conocimos gente, hablamos en otros idiomas,
bailamos y reímos con unos y con otros. Y lo siguiente que mi memoria quiere
que recuerde es que desperté en su casa, en su cama. Tenía unos calcetines que
no eran míos, él se había despertado poco antes que yo. Estaba a mi lado instándome
a levantarme para acompañarme a mi casa.
Resulta que durante la noche
había caído algo de nieve, que mis botas no aptas para tal inclemencia meteorológica fueron
pisándola como cuando era una niña y aunque no creo que tuviera muchas ganas de
volver a casa tan pronto estaba helada. Terminamos juntos en su casa, mi amigo
me dijo que mis pies rozaban la hipotermia, me dio un masaje, me puso unos
calcetines suyos y caí rendida en su cama, él también.
Me encantaría poder recordar
esos detalles, me encantaría acordarme de él dormido a mi lado y sobre todo me encantaría
poder demostrarle a menudo todo el cariño que siento hacia él y que no sé de
dónde ha salido.
''Abraza, besa y ama siempre. Siempre que sea de verdad.''