2013/04/21

Para Siempre (es mucho tiempo) II


Tras conocernos conseguimos convencernos entre nosotros para salir de fiesta, no hasta muy tarde, pero sí lo suficiente como para bailar un rato. El rubio nos llevó a todos en coche. Entramos a un par de sitios a tomar algo y movernos un poco, no había ambiente un martes así que volvimos prontito a casa.

Al día siguiente me di cuenta de que no tenía el móvil, lo había perdido. Probablemente se me habría caído en el coche. Gracias a que conservaba la nota con su número de teléfono pude llamarle, me costó varias horas contactar con él, pero cuando lo conseguí me calmó, estaba en el coche, lo habían encontrado y esa misma tarde quedamos los tres para que yo lo recuperara.

Cuando llegué sólo estaba el chico moreno, me explicó que su amigo no iba a ir, que habían estado antes juntos y le había dado el teléfono para que me lo devolviera. Al igual que perder mi móvil parecía un truco, una excusa para volver a verle, que el rubio no apareciera también parecía un truco, una excusa para que el moreno y yo nos quedáramos solos.

Estuvimos tomando algo, un par de bares, una conversación muy agradable, reíamos y estábamos cómodos a pesar de la vergüenza que teníamos. Por fin pude mirarle a los ojos, unos ojos preciosos, marrones a primera vista y que, como pude comprobar más adelante, se aclaraban con la luz.

En el último bar en el que estuvimos nos quedamos horas sentados, uno frente al otro, parecieron segundos, se hacía tarde y teníamos que irnos aunque ninguno estaba por la labor. Alargué un poco más el tiempo junto a él pidiéndole que fuéramos al bar donde nos conocimos.

Ya era hora de irnos, de despedirnos y nada más llegar a casa, con mi móvil recién recuperado, empezamos a mandarnos mensajes, tonteamos un poco y terminamos quedando para desayunar al día siguiente.





Le llevé a una cafetería del barrio donde ponen unos desayunos exquisitos, yo sabía qué pedir, no era la primera vez que yo desayunaba allí, un capuchino, un zumo de naranja y un croissant relleno de jamón y queso. El chico me miraba receloso, tenía envidia de mi café. Tras el desayuno fuimos a pasear cerca de la playa.

Íbamos despacio, tranquilos, disfrutando del paseo. Llovía, el agua mojaba nuestros rostros, hacía frío y empezó a nevar. El paisaje era espectacular y más aún con la compañía que tenía, disfrutábamos mucho estando juntos.

Llegaba la hora en que él tenía que ir a clase y yo coger un autobús. Igual de simpático que siempre me acompañó a casa a recoger y hasta el autobús. Nos despedimos con un abrazo, esperó a que me subiera y pasamos tres días separados.




''Abraza, besa y ama siempre. Siempre que sea de verdad.''

3 comentarios:

  1. Pequeña Picara cada dia te superas mas. Me gustaria quedar contigo a tomar un cafe pero no te conozco nada, solo de tus entradas. Me pareces una chica simpatica ya que no se ni como eres. Pero ten seguro que seguire leyendo tus entradas siempre

    ResponderEliminar
  2. ¡Increíble! Estoy atónita, no esperaba que alguien que no me conociera leyera mi blog y para nada se me ocurriría pensar que iba a engancharse. Muchas gracias, de verdad, me gustaría que siguieras contándome lo que te parecen mis historias, tanto si es bueno o malo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Pequeña Picara, llegue por culpa de google. Y desde ese día no me he perdido ni uno creo... e tenido la oportunidad de poder leer los que me perdí. No se si te molesta que te comenten por que me he fijado que en casi ninguno tienes comentarios, pero bueno, si no los quisieras, me supongo que desactivarías la función. tu si que me tienes atónito con tus entradas, no se si son reales o fruto de tu imaginación pero parecen tan reales que si me dijeras que son inventadas me matas de atonitación. Un saludo

    ResponderEliminar