Irina llegaba pronto, no era
habitual, pero estaba huyendo de algo. Quedaban cinco minutos, esperaba
pacientemente pero él no llegaba. Ya habían pasado cinco minutos, y otros cinco
y otros cinco más. Se estaba alterando, no quería volver atrás pero todo
apuntaba a que le habían dejado plantada. Entonces le vio, le costó reconocerle
de lejos, pero ya llegaba, allí estaba Alexander. Habían pasado quince minutos desde la hora a la que habían
quedado y veinte desde que ella había llegado. Se disculpó y comenzaron a andar
por las calles de la ciudad.
No caminaban sin rumbo, su
destino había sido meticulosamente calculado días antes. Primera parada: un bar
desconocido para ella y habitual para él. Habían quedado para hablar y
conocerse, el alcohol ayudó a que se desinhibieran, rieran y contaran toda
clase de historias. Un billar en la parte alta del local captó su atención
durante varios minutos.
Tras litros de cerveza
anduvieron hasta la segunda estación. Esta vez se trataba de un bar con un
ambiente único, siguieron hablando mientras la cerveza corría por sus
gargantas. Irina prestaba atención a su pareja pero no pudo disimular cuando
entró una chica rubia con unas piernas larguísimas, confesó su pequeña distracción y siguieron hablando.
Continuaron moviéndose por los
garitos del lugar, bebiendo, hablando y riendo. Tras un par de paradas más
llegaron a una sala de baile. Ella no sabía bailar y Alexander se ofreció a enseñarle
unos pasos. El alcohol corría por sus venas y aunque poco le importara no era
capaz de seguir demasiado bien el ritmo, sin embargo lo pasaron bien. Tras mostrarle
cómo debía moverse comenzaron a bailar juntos, al principio separados, para que
Irina asimilara el baile, pero poco a poco se fueron juntando, cada vez más,
hasta que quedaron completamente pegados ente sí. Se movían, bailaban, eran
canciones latinas, estaban abrazados, completamente unidos, ella se sentía algo
extraña, pero estaba muy cómoda entre sus brazos.
Tenía la cabeza apoyada en su
hombro y los ojos cerrados. Estaba relajada, se dejaba llevar por la música y
por su acompañante, notaba como las manos de Alexander paseaban por su espalda,
suavemente, dulcemente, se agarraban a su cintura, a sus caderas, bajaban,
subían, como si quisiera conservar el recuerdo del tacto de cada milímetro de
su piel. Se separaron un poco, seguían moviéndose, quedaron uno frente al otro,
mirándose fijamente, bailando, sintiendo la música, sintiendo a su compañero
tan cerca, la nariz de Alexander rozaba la de Irina, estaban tan cerca que tenían
que cerrar los ojos, estaban tan cerca que respiraban el mismo aire, estaban
tan cerca que quedaron impregnados con el olor del otro, estaban tan cerca que
eran capaces de sentir lo que sentía el otro, estaban tan cerca que…
De repente alguien les sobresaltó, a su lado
un hombre les invitaba a salir, no se dieron cuenta, habían cerrado, ya no
sonaba la música, sólo quedaban ellos, habían pasado cinco horas bailando
juntos.
''Me queda en la memoria como una noche inesperada y muy especial...''
''Abraza, besa y ama siempre. Siempre que sea de verdad.''
''Me queda en la memoria como una noche inesperada y muy especial...''
''Abraza, besa y ama siempre. Siempre que sea de verdad.''
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