Llevo
semanas dándole vueltas a la forma de escribir este adiós. Zanjarlo y
publicarlo resulta ser mi forma de pasar página. Un punto y aparte para
comenzar otra historia. Los sentimientos desaparecen, se esfuman de repente,
probablemente no vuelvan y duele saber que siento lo mismo que al principio
pero ya no es igual. Duele pasar por los mismos sitios y rememorar momentos tan
especiales. Duele rescribir la historia final y revivir el último instante que
tan profundamente me ha herido.
Prometimos
llamarnos y escribirnos y lo hicimos, aunque menos de lo que me habría gustado.
Mientras duraban mis pequeñas vacaciones apenas tenía tiempo, no paraba, por la
mañana me despertaba para visitar la ciudad y volvía por la noche para
prepararme e ir de fiesta, pero esto es otra historia. Sin embargo, no dejaba
de escribirle y contarle cómo me iba el día, llegó un momento en el que no
obtuve respuestas, no me importaba, suponía que andaría tan liado como yo.
Cuando
volví llevaba cuatro días sin contestar y empezaba a preocuparme. En casa ya y
tras escribirle y llamarle más de mil veces avisándole de que había regresado y
seguir sin tener noticias suyas mi preocupación se tornó gris y pasé a
enfadarme mucho. Eran muchos días sin que diera señales de vida para alguien
que me dijo que me quería.
El mensaje
que consiguió arrancarle una respuesta denotaba mi cabreo, me escribió una
frase por todos temida: ‘tenemos que hablar’. No parecía estar por la labor de
hacerlo cara a cara porque un minuto después recibí otro mensaje que decía que
ya no quería seguir conmigo, me explicaba que no quería una relación en esos
momentos y ese fue el motivo por el que terminó lo que quiera que tuviéramos. Me
enfadé más si cabe, no porque me dejara, más bien porque no podía creer que esa
fuera la razón real y, sobre todo, porque no fuera capaz de decírmelo a la cara.
Está
claro que nuestra historia no fue larga, no pasó de un mes. No voy a decir que
él fuera esa persona ideal, ese sapo de cuento que con un beso se vuelve
apuesto y azul, él era un príncipe y se ha terminado convirtiendo en el sapo.
Y no me creo a mí misma cuando
me veo buscándole en estanques por si con otro beso pudiera conseguir revertir
la fórmula.
''Abraza, besa y ama siempre. Siempre que sea de verdad.''
Estoy indignado. No se como un ser (por llamarle algo) puede dejar a una persona, que le ha dado todo. Dejar a una persona que roza la perfección... no me entra en la cabeza. Lista, simpática, guapa, inteligente y que escribe que podría estar días leyendo sus entradas y va y el tío este te deja tirado. Lo habrás o estarás pasándolo mal, pero todo esto por lo menos tiene una cosa buena. El no te merecía ni una sola pizca. Espero que encuentres alguien mejor que te de incluso mas de lo que das tu. Que te mire a los ojos, te sea sincero y que sea siempre igual en los momentos buenos como en los malos y que no salga corriendo a la primera. Por que te mereces alguien a tu lado que te ayude no que te eche zancadillas. Me imaginaba otro final para esta historia, pero visto lo visto casi mejor que fuera así y cuanto antes, lo dicho muy listo no ha sido. besos. Cuídate princesa.
ResponderEliminarIndignado, gracias por tu comentario y por tu apoyo. Sus motivos tendrá, lo he pasado mal unos días pero el mundo no se acaba porque alguien corte una relación y aquí sigo, de pie y sonriendo.
ResponderEliminarEn el futuro veremos si consigo a ese alguien mejor, no desespero.
Un abrazo.