Realmente
daba igual, si no quería besarle antes era porque quería que durara, que
fuéramos amigos durante un período de tiempo mayor, quería alargarlo, que si se
estropeaba por lo menos tuviéramos una bonita amistad que mantener, o que
recordar. Al actuar como si saliéramos juntos, aunque sin besarnos, no le
encontraba sentido a lo que estaba haciendo. Además, no había otra cosa que
deseara más que besar sus labios.
Terminó
ganando la partida de dardos, se le veía feliz, no sé si fue por haber ganado
la partida, por haberme ganado a mí o por ambas cosas. Salimos del bar, todos
iban a casa, pero él y yo nos metimos en su coche con dos posibles opciones:
aparcar el coche en el garaje y cada mochuelo a su olivo o ir a dar una vuelta.
Le pedí que me llevara a algún sitio bonito que él conociera donde pudiéramos
estar tranquilos.
Fuimos
a un parque desde donde se veía todo el barrio, y lo sé porque ya había estado
allí antes, porque nada más salir del coche empezó a llover, al principio no
nos importó mojarnos pero en cuanto la lluvia comenzó a caer con fuerza
corrimos de vuelta hacia el coche a resguardarnos.
Dentro
las gotas repiqueteaban contra los cristales, teníamos frío, estábamos
empapados, la calefacción del coche estaba encendida, los asientos reclinados y
nosotros, después de aguantar tantos días sin besarnos cuando era lo que más
queríamos, no podíamos despegar nuestros labios.
Pasamos
horas tumbados, besándonos, mirándonos, sonriéndonos, no quería parar, ni
siquiera sabía el tiempo que llevábamos metidos en el coche. Era como estar en
el cielo, mirar sus ojos y ver aparecer su sonrisa, me volvía loca. Ese chico
me volvía loca y pensaba que me estaba precipitando pero no podía haber una
forma mejor de precipitarme, en sus brazos.
En una
de esas, después de un largo y apasionado beso, en ese instante en el que nos
separamos, justo cuando sus labios rozan los míos, sus dientes lo atraparon. Me
mordió y dolía, decía que era una quejica, me hizo daño, sé que no fue su
intención y no puedo decir que me desagradara aunque tendría que intentar
hacerlo suavemente.
Fue tras
unos de esos mordiscos cuando él soltó una bomba, un ‘te quiero’. Yo fingí no
haberlo oído, esperaba que fuera por la emoción de ese instante, me asustó pero
le resté importancia, no podía quererme, nos conocíamos desde hacía una semana.
Por supuesto no le devolví tal bomba, le besé, le besé con fuerza porque a
pesar de todo me hizo ilusión. Lo repitió más veces a lo largo de esa noche y
yo no sabía qué hacer, qué decir. Ya no podía ser por la emoción, pero tampoco
podía ser de verdad.
Finalmente
y con mis labios desgarrados regresamos a casa con la promesa de volver a
vernos en los próximos días.
''Abraza, besa y ama siempre. Siempre que sea de verdad.''
Pequeña Picara, que suerte tiene ese hombre de tenerte. Aveces aunque la mente no quiera expresar lo que uno siente siempre sale a la luz de una forma o otra, ya sea un comentario una mirada... Menuda historia tenéis entre manos. El sabe que lo estas publicando? Por que a mi si una chica me hace eso me lo comería a besos. Según como quieras a una persona puede ser que para siempre se quede pequeño..
ResponderEliminar¡Qué simpático! Ojalá él piense lo mismo. Antes de empezar a escribirlo le dije que lo haría y le envié el link de la primera parte, no sé si habrá seguido echándole un vistazo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pequeña picara, seguro que el piensa lo mismo. Tiene mucha suerte de tenerte, y de que hayas elegido ir poco a poco. Despacio tienes tiempo de vivir las cosas mas apasionadamente y de pensar cual va a ser el segundo paso. Rápido se pierden muchas cosas por que camino. Hoy en día se vive demasiado rápido, hay que parar de vez en cuando para saber lo que te rodea, para coger aire y poder mirar el camino que tenemos delante.
ResponderEliminar