Intentaba
no morderme a pesar de que era en vano. Cuando no podía evitarlo, cuando las
ansias recorrían su cuerpo, mi labio inferior quedaba atrapado entre sus
afilados dientes. Intentaba hacerlo con suavidad pero no lo conseguía, dolía.
Estábamos
juntos en mi casa, en mi cama, él había estado con sus amigos, era muy tarde y
yo había permanecido despierta esperándole. ¿Y para qué? Para tenerle a mi
lado, tumbado, semidesnudo, mirándome, besándome… Era todo lo que deseaba, no
quería más, sólo poder contemplarle siempre, sus ojos brillantes, su sonrisa,
esos dientes que tanto daño me habían causado, la barbita de dos días que le
daba un aspecto mayor, su torso desnudo que aunque no tuviera unos músculos
demasiado marcados no está nada mal.
No podía
parar, no podía parar de mirarle, de tocarle, de besarle. Se hizo tarde y
caímos rendidos, dormimos abrazados y al día siguiente desperté con una amplia
sonrisa en la cara a pesar de haber dormido poquísimo. Él estaba a mi lado. Nos
vestimos, desayunamos y nos despedimos.
Así pasaron
los días, podíamos quedar para desayunar, incluso a partir de las dos de la
madrugada. No teníamos mucho tiempo libre pero nos las apañábamos para
conseguir vernos todos los días.
Sucedió
muy rápido, había pasado poco más de una semana desde que nos besamos por
primera vez y él no desperdiciaba ningún momento. Disparaba ‘te quieros’ en mi
dirección como flechas afiladas que no tengo claro que fueran del arco de
Cupido, simplemente me extrañaba que se hubiera dado tanta prisa en decírmelo. Yo
no era capaz de soltarle una bomba así, muchas veces le decía que no podía ser,
que no nos conocíamos lo suficiente.
En su
casa todos sabían de la existencia de una chica, de mi existencia. Su hermana
nos había visto juntos y su madre, como todas las madres del mundo, con sus
superpoderes que todo lo notan, que todo lo perciben y que todo lo saben
terminó dándose cuenta. En mi caso no era tan fácil, no podía contarlo, ni
siquiera mis amigos lo sabían, y aunque gritarlo a los cuatro vientos habría
sido genial necesitaba más, me daba miedo que todo acabara tan rápido como
había empezado.
Aun así
nada había cambiado entre nosotros, al verle sólo quería abrazarle y besarle y
quedarme pegada a su cuerpo sin poder despegarnos. Me hacía sonreír, me hacía
feliz…
Llegó
el primer momento en que lo íbamos a pasar mal, estaríamos lejos durante una
semana y media. Tras un par de semanas viéndonos a diario sería difícil, sería
triste, pero estaba segura de que al volver no nos soltaríamos.
''Abraza, besa y ama siempre. Siempre que sea de verdad.''
Pequeña Picara, tus entradas tienen de todo. Esta iba cogiendo forma de 50 sombras de grey, "tumbado, semidesnudo, mirándome, besándome…". Una semana y media es mucho tiempo, para ti se convertirá en un mes, siempre pasa todo más despacio, cuando uno menos quiere. Bueno lo dicho al final de tanto leerte me apuntado a ser tu competencia. Tu no muestras tu nombre y yo tampoco así que me pongo un seudónimo. Cuando puedas lo lees, no estoy a tu altura pero llegar es mi meta. Porque si escribe otra persona como anónimo no vas a saber cual es mi comentario, porque cualquiera puede poner Pequeña Picara al principio. Un saludo
ResponderEliminarhttp://snqledqetsp.blogspot.com
No esperaba que nadie te copiara el saludo, aunque supongo que así es más fácil. Me alegro de que al fin te hayas animado a escribir, seguro que eres bueno a tu manera, no tienes que ser como yo.
ResponderEliminarLa verdad es que no me apetece nada que se parezca '50 Sombras', es un libro muy flojo para mi gusto y si mi intención fuera hacer un blog con historias más bien picantes serían más oscuras que las 'sombras más oscuras de Grey'.
Un abrazo.